Cine Reviews | Destino Final: Lazos de Sangre

15 de mayo, 2025
Volver al cine para ver una nueva entrega de Destino Final es como reencontrarse con un viejo amigo: sabes que algo trágico va a pasar, pero aún así, lo esperas con una sonrisa cómplice. Lazos de Sangre entiende bien esa dinámica… al menos durante la primera mitad.
Antes de continuar con esta reseña, quisiera agradecer a Warner Bros Pictures México por la invitación al equipo de Frames a la función de medios.
La película arranca con lo que todos vinimos a ver: una secuencia de muerte masiva que nos devuelva esa tensión enfermiza que tanto define la saga. Esta vez, todo sucede en una torre recién inaugurada llamada Sky View, equipada con restaurante, mirador y todas esas cosas que parecen hechas para que uno se sienta seguro… hasta que no. Desde el inicio, el guión se toma su tiempo para hacerte sentir cómodo. Pero tú, como veterano de esta franquicia, sabes que algo no cuadra. Lo visual está bien logrado, y la tensión se construye poco a poco, hasta que todo colapsa en una orgía de metal, vidrio y gritos. Personalmente, ese escenario me pegó más fuerte porque me recordó mucho a la CN Tower en Toronto. He subido a esas torres, he sentido ese vértigo real, ese momento en que el piso de cristal te hace cuestionarte la vida. Verlo representado en pantalla con ese nivel de detalle me hizo apretar los dientes más de una vez. Y sí, después de tantas entregas, se agradece que Destino Final siga sabiendo cómo hacerte mirar todos los objetos de una habitación con miedo.
Luego de ese arranque espectacular, la película cae en la fórmula conocida: los sobrevivientes que desafían al destino, la paranoia colectiva, los intentos de cambiar lo inevitable. Todo eso está bien, pero el guión comete el error de tratar de meterle más historia de la necesaria, como si no confiara en su propia fórmula. De repente aparecen subtramas que no van a ningún lado, personajes que parecen importantes pero se olvidan rápido, y una sensación de que quisieron ponerle profundidad a algo que nunca la necesitó. No es que quiera todo simple y directo, pero si vas a cambiar el tono, hazlo por completo. Aquí se siente como si alguien estuviera tratando de justificar una receta que ya funcionaba por sí sola.
Los actores hacen lo justo. Nadie destaca, pero tampoco arruinan nada. Son los personajes clásicos de esta franquicia: el que no cree en nada, el que se cree inmortal, el/la protagonista con cara de “algo no está bien”. No hay desarrollo profundo, pero eso no molesta. Aquí lo importante no es quiénes son, sino cómo y cuándo van a morir. Y en ese aspecto, la película cumple con muertes rebuscadas, tensas y absurdamente entretenidas. Si alguna vez tuviste miedo de una taza de café, una cortina de baño o una escalera eléctrica, Destino Final sigue siendo el rey en eso.
A nivel técnico, todo está bien cuidado. Los efectos son sólidos, el ritmo se mantiene y el diseño de producción le da un aire moderno sin que se sienta desconectado de las entregas anteriores. Hay pequeños guiños a los fans, pero sin que la cinta dependa del puro fanservice. Lo mejor de todo es que no cae en la trampa de burlarse de sí misma o querer volverse “meta”. La película se toma en serio, y eso es parte de su encanto. Sabe que lo suyo es la tensión absurda, la tragedia inevitable, y esa coreografía mortal que convierte cualquier objeto cotidiano en una trampa mortal.
Destino Final: Lazos de Sangre no es una obra maestra, pero sí es un regreso decente para una franquicia que vive —y muere— gracias a su caos bien orquestado. Tiene una secuencia inicial brutal, muertes bien diseñadas y una estructura que, aunque repetitiva, sigue funcionando cuando no intenta ponerse demasiado seria. Es una entrega que probablemente olvidarás en un año, pero que mientras la ves, te recuerda por qué seguimos regresando a estas películas como si no supiéramos lo que va a pasar.
¿Vale la pena verla? Sí, si eres fan de la saga, si extrañas ver cómo una llave inglesa o en este caso un centavo de dólar puede terminar en tragedia, o si simplemente quieres reírte (con nervios) viendo a la muerte hacer su magia. ¿No vale la pena? Si vienes buscando una película que revolucione el género o que tenga un giro brillante, este no es el lugar.
Aquí vinimos a morir, no a filosofar.
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Dios Gokú