Cine Reviews | Screamboat

screamboat

23 de abril, 2025

Hace unos meses fui a DisneyWorld. Me formé como cualquier fan, me tomé la foto, abracé a Mickey y sentí algo que no puedo explicar: era como saludar a un viejo amigo que siempre había estado ahí. Porque sí, ese ratón ha sido parte de mi vida desde que tengo memoria. Lo vi en la tele, en los cuadernos, en la infancia. Me acompañó en formas que uno no se detiene a pensar… hasta que aparece en una película de terror y te quiere descuartizar.

Eso es Screamboat, y sí, me dejó con sentimientos encontrados. ¿Cómo no? Si de pronto ese ícono de inocencia y alegría aparece en pantalla convertido en un asesino mudo, con una sonrisa psicópata y orejas redondas que ya no provocan ternura, sino pánico.

Antes de continuar con esta reseña, quisiera agradecer a Imagem Films por la invitación al equipo de Frames a la función, lo que me permite traerles esta opinión.

La película arranca con un ferry atravesando el East River en Nueva York. Un grupo de pasajeros, noche cerrada, ambiente tranquilo. Todo bien hasta que aparece él: un ente disfrazado con una enorme cabeza redonda, una sonrisa dibujada como si viniera de otro tiempo… y una actitud asesina que no se molesta en esconder. Desde ahí, lo que sigue es una masacre flotante con estética de caricatura muerta y ritmo de slasher clásico.

Lo que más me voló la cabeza es que no se siente como un chiste barato. Claro, es absurda y ridícula en muchos tramos. Pero debajo de toda esa sangre, hay una especie de reverencia torcida, como si el director supiera perfectamente con qué está jugando. Steven LaMorte –que ya había hecho de las suyas con The Mean One, una versión horror del Grinch– toma ese mismo espíritu irreverente y lo lleva al extremo. No hay respeto por lo sagrado, pero sí una comprensión profunda del ícono que están destruyendo.

Y luego está él, el nuevo “Willie”. Interpretado por David Howard Thornton, el tipo que ya se ganó su lugar en el panteón del terror moderno con Terrifier, este personaje no necesita una sola línea de diálogo. Es todo expresión corporal, miradas vacías, violencia exagerada y momentos en los que parece que va a ponerse a bailar… pero lo que hace es partir a alguien en dos. Es inquietante. Porque mezcla esa memoria visual de los primeros Mickeys con un comportamiento tan perturbador, que te saca de tu zona de confort constantemente.

La película es una bomba de referencias. Desde el estilo de animación de los años 20 que aparece fugazmente, hasta sonidos caricaturescos que contrastan brutalmente con gritos humanos, todo está diseñado para que rías con culpa. Como si cada escena dijera “sí, esto es una locura… pero no puedes dejar de mirar”. Y la verdad, no pude.

Ahora, ¿es buena? Depende. Si la ves con ojos técnicos, la respuesta es no. El CGI es barato, el guion es flojo, y hay momentos que parecen hechos por un grupo de amigos con una cámara prestada. Pero si la ves como una experiencia, como una propuesta artística bizarra que nace justo del cruce entre lo mainstream y lo macabro, entonces Screamboates una joya del caos.

Me hizo pensar, reír y me incomodó más de una vez. No porque sea grotesca –aunque lo es– sino porque, por primera vez, tuve que enfrentarme a la idea de que algo que me acompañó toda la vida puede ser deformado, manipulado, vuelto arma de entretenimiento.

Ver a ese Mickey silbador convertido en símbolo del terror me movió algo adentro. Algo que tiene que ver con el paso del tiempo, con cómo cambian las cosas, con cómo dejamos de idealizar lo que fue y empezamos a reinterpretarlo. Screamboat no mata a Mickey. Lo transforma. Lo reinventa. Lo libera. Y aunque duela verlo así, con cuchillo en mano, también es hermoso ver cómo incluso los íconos más puros pueden evolucionar, aunque sea en forma de pesadilla.

No es una película para todos. Algunos la odiarán, otros la verán como una ofensa. Pero para los que amamos el cine de género, el trash con corazón, y esos proyectos que se atreven a romper lo establecido, esta es una cita obligada.

La película es buena con todo y sus fallos, porque tuvo el valor de cruzar una línea que pocos se atreverían. Y porque me recordó que incluso la nostalgia, si se mira desde otro ángulo… también puede sangrar.

Vívela en cinépolis 🍿

Dios Gokú

Scroll al inicio