Cine Reviews | Looney Tunes. El día que la Tierra explotó

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17 de abril, 2025

Cuando era niño, me bastaba con prender la tele y esperar a que, en algún canal perdido entre comerciales de cereales y juguetes imposibles de conseguir, apareciera un capítulo de los Looney Tunes. No había continuidad, ni sagas, ni que ver “el episodio anterior para entender el de hoy”. Eran simples, capítulos cortos, pero con una fórmula mágica: un personaje con una idea absurda + otro con menos paciencia que sentido común = risas aseguradas. Y entre todos ellos, había dos que siempre destacaban: Porky, con su inocencia y su tartamudeo icónico, y el Pato Lucas, ese genio del caos con cero filtros y ego nivel supervillano.

Antes de continuar con esta reseña, quisiera agradecer a Cinépolis Distribución por la invitación al equipo de Frames a la función, lo que me permite traerles esta opinión.

Años después, Warner nos lanza esta joya animada llamada El día que la Tierra explotó, y honestamente… no esperaba tanto. Pensé que sería solo otro intento de revivir lo clásico. Pero no, esto es un comeback con todas las letras. La película es una carta de amor descarada a la vieja escuela, pero con esteroides galácticos. Aquí no hay introspectiva ni trauma infantil, hay chistes rápidos, persecuciones imposibles, aliens raros, y un mundo que claramente solo puede salvarse si los más looney de todos se ponen las pilas.

La historia es tan absurda como perfecta: Porky y Lucas trabajan en una fábrica de chicles (porque sí), y sin querer se topan con un plan alienígena para dominar el planeta. Lo que sigue es una odisea llena de caos, rayos láser, trajes espaciales, y ese humor físico que extrañábamos tanto, donde una caída bien puesta vale más que mil palabras. Es como si la película te agarrara de la nostalgia, te diera un zape animado y te dijera: “relájate, ven a reírte como cuando eras morro”.

Y no todo es solo nostalgia. La animación es moderna, fluida, llena de color y con detalles que homenajean el estilo clásico sin parecer viejita. El doblaje latino, además, mantiene la esencia original —nada de cambios raros—. Escuchar a Lucas con esa voz tan icónica mientras suelta una línea ridícula tras otra es como volver a la primaria con una sonrisa en la cara y una paleta Payaso en la mano.

El ritmo es frenético. No hay pausas largas ni escenas que se tomen demasiado en serio. Aquí todo va rápido, y si parpadeas, te pierdes un gag visual, una explosión o una broma que probablemente no deberías haberte reído… pero lo hiciste igual. Porque ese es el corazón de Looney Tunes: lo impredecible, lo exagerado, lo divertido sin razón aparente.

Y ojo, esto no es solo para niños. Esta película funciona como puente generacional. Los peques se van a reír porque todo es ruidoso y loco, pero los adultos —especialmente los que crecimos con estos personajes— vamos a conectar con cada detalle. Desde la forma en que Lucas intenta robarse la película, hasta ese guiño a cómo Porky siempre termina siendo el verdadero héroe por accidente.

El día que la Tierra explotó es una experiencia que nos recuerda que, en un mundo donde todo parece buscar profundidad y simbolismo, a veces solo necesitas un pato neurótico, un cerdito nervioso y un buen guion lleno de tonterías para pasarla increíble. Es pura diversión, sin pretensiones. Es ese tipo de humor que te hace soltar una carcajada en plena sala de cine, sin importar tu edad ni tus preocupaciones.

Así que sí, guerrero, si en tu corazón sigue vivo ese niño que se reía con caídas, explosiones, y personajes que hablaban raro, esta película es para ti. Porque mientras existan historias como estas, el mundo no se va a acabar… aunque el título diga lo contrario.

Dios Gokú

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