Cine Reviews | Cónclave

4 de octubre, 2025
Desde tiempos inmemoriales, la Iglesia Católica ha sido tanto un faro de esperanza como un enigma envuelto en misterio. Su historia, cargada de tradición y poder, ha sido testigo de cismas, intrigas y momentos que han definido el curso de la humanidad. Una de las facetas más fascinantes y menos accesibles de esta institución es el cónclave: ese proceso hermético y solemne donde se decide el futuro espiritual de millones.
No cabe duda de que los secretos y todo lo que conlleva esta organización por excelencia constituyen un abismo tan profundo que muy pocos conocen la verdad que rige a esta institución.
Antes de continuar quisiera agradecer a Diamond Films por la invitación al equipo de Frames, lo que me permite traerles esta reseña.
Sin más preámbulos, hablemos de Cónclave, un largometraje que nos transporta al fascinante, y quizá turbio, proceso detrás de la elección de un nuevo Papa.
Ambientada en el intrigante corazón del Vaticano contemporáneo, Conclave nos adentra en el mundo secreto de la elección papal a través de los ojos del cardenal Thomas Lawrence, interpretado con maestría por Ralph Fiennes. La historia no solo retrata la complejidad del proceso político detrás del trono de Pedro, sino también las luchas internas de Lawrence, quien enfrenta una profunda crisis de fe mientras navega por un campo minado de ambiciones y secretos enterrados.
Desde el primer momento, la película deja claro que no estamos ante un simple drama religioso. Lawrence, un hombre dividido entre sus ideales y las realidades de la política eclesiástica, se convierte en el eje narrativo. A su alrededor giran personajes como el cardenal Bellini (Stanley Tucci), un progresista con una visión renovadora, y el cardenal Tedesco (Sergio Castellitto), un conservador implacable que representa el retorno a las viejas tradiciones. Ambos representan fuerzas opuestas, pero lo que realmente eleva la historia son las decisiones de Lawrence: ¿apoyar a su amigo y arriesgarse al fracaso, o permitir que un rival más astuto y conservador tome las riendas de la Iglesia? En este punto comprendí que estaba frente a un acto muy parecido a lo que pasa en la política de los países, sin embargo, al existir tanto misticismo no existe tanta información o más bien, divulgación mediática.
Fiennes sobresale en su papel, ofreciendo una interpretación contenida y cargada de matices. Sus silencios, miradas y momentos de introspección logran transmitir la pesada carga que lleva encima. Las interacciones con Bellini, en especial aquellas llenas de bromas discretas y reflexiones mientras comparten cigarrillos en rincones oscuros, se sienten genuinas y añaden una humanidad palpable a este thriller político. Stanley Tucci también brilla, aportando una energía que contrasta perfectamente con el aire solemne de Lawrence. Sin embargo, el verdadero golpe emocional lo da la presencia del cardenal Benítez, un personaje enigmático que, con su resistencia a jugar el juego político, aporta una dosis de autenticidad y vulnerabilidad a la trama.
A pesar de sus fortalezas, Cónclave flaquea en lo que debería ser su mayor virtud: el suspenso. Aunque establece de manera efectiva las ideologías y conflictos iniciales, la narrativa se desinfla al dejar fuera de juego a los personajes en cuanto sus secretos salen a la luz. En lugar de ofrecer giros inesperados o maniobras políticas, los contendientes son eliminados de manera definitiva, lo que le resta tensión a un género que debería mantenernos al borde del asiento.
Personalmente, sentí que la película tocó temas fascinantes pero se quedó corta al explotarlos. El potencial para mostrar una lucha política más activa y visceral dentro del Vaticano estaba ahí, pero nunca se concretó del todo. Aun así, Cónclave tiene momentos que se quedan contigo: los pequeños gestos de Fiennes, las bromas inteligentes de Tucci y esa sensación constante de que, bajo la capa de solemnidad, hay una guerra fría librándose entre sotanas. No será el thriller más impactante, pero tiene suficientes destellos de humanidad y conflicto interno como para merecer una oportunidad.
Lo que considero más resaltadle de de Cónclave radica en su impecable diseño de producción y vestuario, elementos que logran crear una experiencia visual cautivadora. A lo largo del filme, los cardenales se presentan con majestuosas túnicas de un rojo vibrante que, contrastadas con escenarios sobrios como la imponente arquitectura de mármol, los interiores oscuros y casi vacíos de la Capilla Sixtina, o un auditorio desolado con butacas azules, generan composiciones visuales fascinantes. Este contraste refuerza la atmósfera solemne y dramática de cada escena, destacando a los cardenales como figuras centrales en medio de una narrativa cargada de tensiones.
Adicional y ya para concluir, me pareció particularmente notable, y que también he encontrado en diversos libros sobre el Vaticano, es cómo estas elecciones estilísticas reflejan la dualidad del entorno: una mezcla entre el esplendor visual del poder eclesiástico y la austeridad que subraya el aislamiento de sus protagonistas. En este caso, la cinematografía coloca constantemente a Lawrence en el centro de atención, enfatizando no solo su papel dentro del proceso, sino también la creciente presión a la que está sometido. Es una decisión visualmente efectiva que, al igual que en los relatos literarios sobre el Vaticano, refuerza la idea de que todos los ojos están siempre sobre quienes deben cargar con el peso del liderazgo.
Así que si eres de aquellos que disfrutan del genero de suspenso o recuerdan con el corazón aquellas películas protagonizadas por Tom Hanks con temática similar, entonces es una película que debes ver.
Dios Gokú