Gaming Reviews | Street Fighter VI - Año 2

Street-Fighter-6

9 de abril, 2025

Hablar de Street Fighter es hablar de una parte muy importante de mi historia como videojugador. Esta franquicia ha estado conmigo desde los 90’s. Aún puedo ver con claridad esas tardes donde mi primo jugaba Street Fighter II y yo, siendo más pequeño, miraba súper emocionado cada combo, cada Hadouken, incluso admiraba la destreza de mi familiar ya que lograba terminar el juego sin recibir ningún daño y de esta forma poder ver la pantalla especial al final de los créditos. 

Cuando por fin tenía la oportunidad de tomar el control, Dhalsim era mi elegido. Su capacidad para atacar desde lejos me daba una sensación de seguridad —era como si pudiera mantener el peligro a raya con sus brazos elásticos. También me gustaban personajes como Blanka, E. Honda y Chun-Li, porque sus poderes eran fáciles de ejecutar ya que solo debías apretar un botón repetidas veces.

Street Fighter no solo está en mis recuerdos, está en mi ADN, como en el de muchos jugadores que crecimos en los 90. No era solo un juego de peleas, era un ritual, una conexión, un universo donde cada cuarto de círculo hacia adelante era un paso más cerca de la gloria (o del KO).

Antes de comenzar esta reseña, quiero agradecer a Capcom Latam por proporcionar una copia a la redacción de Frames. 

Street-Fighter-VI
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Comenzamos

 

Cuando Street Fighter 6 llegó al ring en junio de 2023, no era solo el lanzamiento de otro juego de pelea —era un momento crucial. La franquicia llevaba años buscando redención tras una entrega anterior que dividió a la comunidad. Pero esta vez, Capcom no solo quería recuperar la confianza: quería volver a encender la chispa.

Con una dirección artística bastante cool, un World Tour que mezclaba historia y exploración como nunca antes, y un sistema de combate que respetaba la herencia sin miedo a innovar, SF6 entró en escena con el corazón en llamas. Era un renacimiento, sí, pero también una declaración: el futuro de los juegos de pelea empieza aquí. Y es que sin exagerar, sin ser experto en juegos de peleas cuando comparas otra franquicia con esta simplemente no hay punto de comparación. 

Hoy, ya en su Segundo Año, no estamos solo viendo un juego que cumplió su promesa. SF6 ha redefinido lo que significa evolucionar dentro del género. Se siente vivo, en constante movimiento, como si cada parche, cada personaje nuevo, cada torneo, lo empujara a ser algo más grande. Más que una continuación, SF6 es una celebración moderna de todo lo que hizo grande a esta saga.

Historia 

 

Street Fighter 6 no solo apostó por el combate: apostó por contar una historia. Y a dos años de su lanzamiento, su universo se ha expandido de forma sorprendente. Lejos de ser una simple galería de peleadores, SF6 ha construido un mundo que respira, que cambia, y que le da a cada personaje un propósito dentro de esta nueva etapa del conflicto global.

El World Tour nos dio las bases de esta nueva era: Luke tomando el rol de mentor, Ken cayendo en desgracia, Chun-Li como figura de estabilidad, y el surgimiento de nuevos rostros como Jamie, Kimberly y Lily. Pero es en este segundo año donde el guion da un giro poderoso con la llegada de cuatro personajes que traen historia, caos… y un nuevo futuro.

Estos son los personajes que han llegado en esta última etapa, sin embargo aún estamos en espera de Elena, la cual debutará el próximo 5 de junio.

 M. Bison

 

Creíamos que había caído. Que la sombra de Shadaloo era cosa del pasado. Pero M. Bison ha vuelto. Su resurrección no solo agita el equilibrio del mundo —también cuestiona todo lo que los héroes creían haber superado. Esta nueva encarnación de Bison no es exactamente la misma: parece más incontrolable, más salvaje, como si su regreso hubiera arrancado algo de su humanidad… si es que alguna vez la tuvo.

Terry Bogard

 

Sí, Terry es de otra saga. Pero su llegada a Street Fighter 6 se siente natural, casi como si siempre hubiera pertenecido a este mundo. Viene desde Fatal Fury cargando con la historia de South Town, buscando nuevos desafíos y respuestas sobre una amenaza que también está afectando su universo. Su relación con Luke es de respeto mutuo, y su estilo callejero encaja perfecto con el tono más urbano de SF6. Esta no es solo una colaboración: es un cruce de destinos.

Mai Shiranui

 

Mai, como Terry, viene de Fatal Fury y The King of Fighters, pero su entrada a SF6 es todo menos decorativa. Letal, elegante y astuta, Mai es una maestra del engaño tanto en la batalla como fuera de ella. Su rol dentro de la historia aún es un misterio, pero hay indicios de que tiene sus propios intereses respecto al regreso de Bison. ¿Aliada temporal? ¿Espía? Sea como sea, es imposible ignorarla.

Algo que siempre ha caracterizado a la franquicia es que la historia ya no gira solo en torno a Ryu y su búsqueda personal. Es un mosaico de conflictos, filosofías y generaciones que colisionan. Y con estos nuevos rostros, el juego no solo se expande: se enriquece.

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Jugabilidad

 

En Street Fighter 6, cada golpe tiene historia. Cada frame, cada opción defensiva, cada cancel tiene peso. Y en su segundo año, el juego ha encontrado ese punto mágico donde el caos se convierte en coreografía. Capcom no solo diseñó un sistema de combate: creó un lenguaje entre jugadores, donde el equilibrio no se mide solo en estadísticas, sino en posibilidades reales dentro del ring.

El Drive System sigue siendo el alma de este lenguaje. Parrys milimétricos, impactos que pueden cambiar el ritmo del combate en un segundo, y decisiones que premian tanto la mente fría como el instinto. Y lo más hermoso: nada se siente roto. Todo se siente jugable, aprendible, mastereable.

El balance no es perfecto —nunca lo será en un juego de pelea— pero lo que ha hecho Street Fighter 6 es algo mucho más valioso: ha construido un ecosistema donde todos tienen una oportunidad. Donde un Jamie puede sorprender a un Ken, y donde un jugador que conoce su personaje a la perfección puede desafiar incluso a los nombres más grandes del circuito.

El escenario competitivo es donde SF6 brilla con más intensidad. No es coincidencia que el Capcom Pro Tour esté más emocionante que nunca. Las transmisiones se ponen muy emocionantes. De hecho hace unos meses tuve la oportunidad de presenciar un torneo a nivel competitivo y creanme, las batallas se ponen increíblemente intensas.

No hay un personaje que lo domine todo. No hay una única forma de jugar. Hemos visto Dhalsims bailando entre fuegos cruzados, Lukes agresivos como leones, Chun-Lis que parecen flotar sobre el campo de batalla, y hasta Dee Jays rompiéndola con ritmo y técnica. El resultado de esta diversidad no es confusión: es arte en movimiento.

Y en el centro de todo, el jugador. Porque SF6 ha logrado lo impensable: ser una arena donde la habilidad se impone, y la personalidad se expresa. Aquí no ganas solo por saber los combos: ganas por saber cuándo usarlos, cómo leer al rival, y por qué tomar una decisión.

Los Controles Modernos, lejos de dividir, han abierto puertas. Muchos nuevos jugadores se han atrevido a competir, a aprender, a quedarse. El matchmaking es veloz, el netcode sólido, y sobre todo que existe una gran comunidad.

Gráficos 

 

Si hay algo que hace que Street Fighter 6 entre por los ojos desde el primer segundo, es su estilo visual. No hablamos solo de buenos gráficos: hablamos de una identidad artística que rebosa personalidad. En lugar de seguir la ruta del realismo apagado o el minimalismo de moda, Capcom apostó por una estética vibrante, callejera, casi explosiva. Y esa decisión le dio al juego un alma propia.

Cada personaje está modelado con un nivel de detalle impresionante. Desde las expresiones faciales cargadas de emoción hasta los movimientos de la ropa, el sudor o los músculos tensándose en plena acción, todo transmite energía. Pero lo que realmente destaca es cómo esos detalles no se pierden en la pelea: siguen ahí, vivos, intensos, acompañando cada golpe, cada esquiva, cada Drive Impact como si estuvieras viendo una escena sacada de una animación de alto presupuesto.

Los efectos visuales también tienen un lenguaje propio. La tinta que estalla en cada Drive Impact, los destellos de luz en los Critical Arts, las partículas flotando tras un parry perfecto… todo se siente medido pero caótico, con esa belleza de lo impredecible que tiene una buena pelea callejera. Y más allá de lo técnico, hay intención: SF6 se ve como un juego que sabe exactamente qué quiere mostrar y cómo hacerlo. Hay estilo en cada cuadro, en cada sombra, en cada chispa.

Los escenarios acompañan esa visión con una fuerza tremenda. No son solo fondos: son mundos vivos, cargados de historia, de ambiente, de alma. Desde un rincón neón en Metro City hasta un dojo antiguo bañado por la luz dorada del amanecer, cada lugar transmite sensaciones distintas, como si el escenario también estuviera contando su propia historia mientras los peleadores se destruyen en primer plano.

A dos años de su lanzamiento, Street Fighter 6 sigue viéndose actual, fresco, desafiante. No por tener los gráficos más realistas, sino porque cada trazo, cada explosión de color y cada animación está ahí para complementar la experiencia emocional del combate. En este juego, los gráficos no son solo decoración: son parte del golpe.

Dificultad 

 

Cada vez que perdía, entendía algo nuevo. El timing, el spacing, cuándo presionar y cuándo parar. Vi a mis amigos moverse de manera tan fluida, conectando combos con una precisión que me parecía casi inalcanzable. Me di cuenta de que no solo se trataba de ganar o perder: Street Fighter 6 me invitaba a leer a mi oponente, a adaptarme, a pensar un paso adelante. Fue un proceso de aprendizaje constante, incluso mientras escribía la reseña, sintiendo cómo mi estilo de juego cambiaba con cada derrota.

Y entonces pasó: gané una pelea complicada. No fue suerte. Fue un parry a tiempo. Fue leer la situación y conectar ese Critical Art en el último segundo. No grité, no salté. Solo me quedé ahí, con una sonrisa tonta, sabiendo que esa victoria no era solo por el personaje o el sistema —era mía. Yo había logrado adaptarme.

Ahí entendí que Street Fighter 6 no es difícil por ser injusto. Es difícil porque te respeta lo suficiente como para exigirte. Y lo hace sin cerrarte la puerta. Podés entrar como casual, como fan del anime, como alguien que solo quiere tirar un Shoryuken… pero si te quedás, te transforma. Te vuelve más atento, más estratégico, más decidido.

No todos los juegos te cambian algo adentro. Este sí. Y por eso, mientras seguía jugando con mis amigos, me di cuenta de que Street Fighter 6 siempre va a ser parte de esas tardes épicas en la sala. Porque la dificultad, cuando está bien hecha, no es una muralla: es una invitación a ser mejor, una batalla no solo contra los demás, sino contra tus propios límites.

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Lo positivo

 

Desde que Street Fighter 6 llegó, no hay duda de que ha elevado el listón en varios aspectos. Lo primero que destaca es la forma en que logra ser accesible sin sacrificar profundidad. Los controles modernos permiten que cualquiera pueda unirse a la diversión sin sentirse abrumado por los complejos inputs de los juegos de lucha tradicionales. Esto es algo que, sinceramente, no se ve en muchos juegos del género. Pero no te confundas, porque SF6 no se olvida de los jugadores más experimentados. El sistema Drive y las opciones de control clásico siguen ofreciendo ese desafío brutal que solo los juegos de pelea saben brindar, recompensando el conocimiento y la estrategia en cada movimiento.

Algo que también ha sido un acierto total es el World Tour. No solo se trata de pelear y ganar batallas rápidas, sino de sumergirse en una historia que permite personalizar tu propio luchador, mejorar tus habilidades y enfrentarte a personajes icónicos mientras exploras el mundo. Es una capa extra que hace que el juego no solo sea un «vicio» por las peleas, sino también una aventura. Este modo te da la oportunidad de conectar con el universo de Street Fighter de una manera que nunca antes habíamos visto, ofreciendo horas de contenido que mantiene el interés sin importar cuánto tiempo lleves jugando.

Por supuesto, no puedo dejar de mencionar los gráficos, que son un auténtico festín visual. Los personajes tienen un nivel de detalle impresionante, con animaciones fluidas que le dan vida a cada pelea. Las expresiones faciales, los movimientos de la ropa, el sudor, todo está cuidadosamente diseñado para que sientas la tensión de cada combate. Y los efectos visuales, ¡vaya! Cada ataque especial, cada Critical Art, es una explosión de color y dinamismo que hace que cada pelea sea una obra de arte en movimiento. Todo esto, sin sacrificar el rendimiento, claro. El juego sigue viéndose increíble en cualquier plataforma, siempre manteniendo una fluidez que hace que todo fluya de manera perfecta.

Otra de las grandes fortalezas de Street Fighter 6 es la comunidad que ha logrado construir. Es un juego que sabe balancear la competitividad sin excluir a nadie. Ya sea que seas un novato o un veterano, siempre hay algo nuevo que aprender, y la gente está dispuesta a compartir y crecer juntos. Los eventos y torneos globales han creado un sentido de comunidad que no solo se ve en las peleas, sino también en cómo los jugadores se apoyan entre sí. Capcom, además, se ha asegurado de mantener el juego actualizado constantemente, con ajustes de balance y personajes nuevos, lo que mantiene todo fresco y emocionante.

Y hablando de competitividad, no puedo dejar de mencionar el balance de personajes, que en este juego está en su punto exacto. Hay un espacio para todos, desde luchadores más técnicos hasta los más fáciles de jugar, sin que ninguno de ellos domine sobre los demás. Es un juego que se siente justo, y eso no es algo que podamos decir de todos los títulos de pelea hoy en día. El sistema de matchmaking también ayuda a que el nivel de los combates se mantenga equilibrado, lo que es genial para aquellos que no están buscando pasar horas entrenando pero sí disfrutar de una experiencia competitiva sana.

Lo negativo

 

Aunque Street Fighter 6 ha sido un verdadero éxito en muchos aspectos, no puedo negar que tiene sus fallos. Desde mi experiencia jugando, hay algunas cosas que, aunque no arruinan la diversión, sí me hicieron fruncir el ceño de vez en cuando.

Lo primero que me molestó un poco fue la curva de aprendizaje. Aunque los controles actuales hacen que cualquiera pueda entrar en acción sin sentirse perdido, cuando me pasé al control clásico y me enfrenté a algunos de mis amigos más experimentados, la diferencia fue grande. No es que el juego sea imbatible para los novatos, pero es que las diferencias en habilidad son tan evidentes que puede ser un poco frustrante. Sé que esa es parte de la gracia en los juegos de lucha, pero al principio, sobre todo si no tienes el tiempo para entrenar como un profesional, te puede dejar un sabor amargo.

También, algo que me sacó un poco de onda fue la complejidad de los menús. Al principio, todo es emocionante, pero cuando querés hacer ajustes rápidos o entrar en el modo multijugador, la cantidad de opciones y configuraciones puede ser un poco agobiante. Me pasó varias veces que me perdí buscando lo que quería hacer y acabé perdiendo tiempo por algo que debería ser más sencillo.

Y, como no podía faltar, están las microtransacciones. No me parece que arruinen la experiencia principal, pero sí hay algo que me molesta. Algunas de las mejoras cosméticas o elementos en el modo World Tour están atados a micropagos, lo que no es algo que me guste particularmente. Al final del día, no es que te impidan disfrutar del juego, pero sí sientes que el juego te está empujando a gastar un poco más de lo que ya pagaste. Y aunque no es algo que me haga dejar de jugar, sí me deja un sabor agridulce.

Conclusión 

 

En general, Street Fighter 6 es una experiencia que me ha dejado muchas emociones. Como jugador, me siento completamente atrapado en su estilo, la forma en que logra ser accesible sin perder la profundidad que los fans de la saga esperábamos. Es un juego que me reta constantemente, que me hace mejorar con cada derrota y que me invita a seguir aprendiendo. La evolución de la franquicia se nota en cada rincón, desde los controles hasta la forma en que han logrado equilibrar el competitivo sin dejar a nadie atrás.

Pero lo que más me impacta es lo que representa Street Fighter para mí. Desde que jugué Street Fighter 2 por primera vez, hace ya muchos años, esa franquicia se convirtió en algo más que un juego. Es como una relación eterna de ese juego de peleas que siempre va estar presente. Cada nueva entrega, incluso con sus altibajos, es una forma de renovar esa conexión. Street Fighter es parte de mi vida, y con Street Fighter 6, esa relación sigue viva y aunque sea un simple jugador amateur no demerita la emoción que siento como cuando lo jugué por primera vez en los 90s.

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RANK 4/5

Es importante mencionar que han circulado filtraciones sobre personajes que podrían llegar a Street Fighter 6 en futuras actualizaciones, y algunos de ellos me tienen bastante emocionado. Sagat es uno de los más esperados, un clásico de la saga con su poder y su historia con Ryu, lo que sin duda enriquecería el juego. Alex, quien apareció en Street Fighter 3, sería una gran adición para traer de vuelta la esencia de los juegos clásicos. C. Viper, de Street Fighter IV, también es un nombre que genera expectativas, con su estilo único de pelea basado en gadgets y su actitud imponente. Y finalmente, Ingrid, un personaje más reciente, pero con poderes místicos que podrían ofrecer jugabilidad interesante en SF6.

Si estos leaks resultan ser ciertos, sería increíble ver cómo Capcom mezcla a estos personajes clásicos con las mecánicas modernas del juego, ofreciendo más diversidad y frescura al ya amplio roster de Street Fighter 6.

No queda más que esperar.

Dios Gokú

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