Cine Reviews | La viuda de Clicquot
29 de agosto, 2024
No soy el bebedor más experto de champán que ustedes puedan conocer, sin embargo, debo admitir que a estas alturas de la vida, ya no me hace ni cosquillas. Así que al considerar ver esta película, lo tomé como “de algo debe servir todas estas décadas de tomar alcohol y conocer un poquito de vinos”.
La Viuda de Clicquot es una historia francesa, obviamente, pero una producción internacional, dirigida por el británico Thomas Napper y protagonizada por la estadounidense Haley Bennett en el papel principal. Se inspira en la vida real de Barbe-Nicole Ponsardin Clicquot, cuyo esposo François (Tom Sturridge) muere cuando Barbe tiene apenas veintiseis años. Sin embargo, ella está decidida a mantener el control del negocio vinícola de François. Siendo el siglo XVIII, entrando en el XIX, ella recibe muchos comentarios del tipo “bueno, eso simplemente no se hace” de hombres que desaprueban (incluyendo a los de Moet) y que quieren sacar a Barbe del negocio. El padre de François, Phillipe (Ben Miles), está un poco incómodo con esto. Pero Barbe insiste en que no solo puede hacer el trabajo, sino que es la única persona que realmente lo entiende.
La película sigue dos líneas de tiempo: En una, vemos a Barbe-Nicole, ahora considerada una de las primeras mujeres de negocios modernas del mundo, enfrentándose a sus escépticos masculinos mientras toma el mando del viñedo. Vemos cómo eventos mayores e imposibles de controlar (embargos de guerra; envíos de champán estropeados) arruinan sus finanzas, pero Barbe-Nicole persevera, eventualmente creando una cosecha muy demandada e inventando un nuevo proceso que acelera la producción del champán.
La segunda línea de tiempo nos lleva al matrimonio de Barbe-Nicole con François y su gradual descenso a la locura, exacerbado por su adicción al opio. La directora de fotografía Caroline Champetier captura a los tortolitos en colores cálidos y luminosos, proporcionando un contraste agudo con los interiores sombríos de la narrativa de tiempos de guerra.
¿Por qué creamos?, pregunta Barbe en la voz en off al comienzo de la película. “Nosotros” siendo la humanidad. Su respuesta es “para que podamos descubrir los secretos de nosotros mismos”. Como todos lo sabemos, solo puedes hacer champán en las regiones de Champagne en Francia, pero hacerlo es, de hecho, un acto de creación. Me hubiera gustado ver más sobre este acto de “creación”; eventualmente la película presta atención (la verdad no mucha) a los aspectos de la elaboración del vino, que en el caso de Barbe y François, pueden tener componentes decididamente excéntricos, o considerados excéntricos por personas más cuadradas, como cantar y hablar con las vides.
Algo hay que decir y que seguramente dirás cuando salgas del cine: la película depende y recae en la actuación de Bennett, y no falla en ninguna sola de sus intervenciones. Casi al final de la película, podremos ser testigos de un casi monólogo en el cual podemos disfrutar de una actuación soberbia por parte de ella. Una interpretación poderosa, sincera y profunda que nos adentra más en el drama.
La película en mi opinión podría mejorar en aspectos como la edición y la exposición de algunas situaciones. No fue hasta cuando ya en casa y con calma, me enteré de la adicción que sufría su marido Francois, y la causa de la muerte, y de algunos otros detalles que si no estás 100% enterado, te dejará muchas dudas saliendo de la sala.
Respecto al ritmo de la película como lo comenté anteriormente, se pudo haber manejado de una manera diferente para que no se perdiera el interés y que a pesar de sus 90 minutos de duración, la película no se sintiera pesada o en ocasiones lenta.
Algo que disfruté muchísimo fue el diseño de vestuario. Cada prenda que utilizan todos y cada uno de los personajes, desde los principales hasta los extras, como los trabajadores de las vides, refleja un gran trabajo detrás. Utilizando colores sobrios pero muy intensos como blanco o negro para vestidos y ropa de diario, ayudó a que me sintiera más dentro de la película.
Otro aspecto a resaltar es la fotografía. Realmente vale la pena ver en pantalla grande esta película, ya que aprovecha muy bien los paisajes naturales para hacer unos encuadres que en momentos parecen pinturas renacentistas. Bellos atardeceres en donde el sol, los viñedos y la protagonista son simplemente hermosos; también recordaré durante mucho tiempo el montaje final, en donde nuestra protagonista está mirando directamente a la cámara, rodeada por unos 100 actores, de verdad que si uno puede poner pausa a la película, juraría que estamos apreciando un cuadro de Jacques-Louis David; en otras palabras, momentos un tanto contemplativos que si bien son algo lentos, si sabes cómo degustarlos como una buena copa de champan, te harán disfrutar cada uno de los momentos de La Viuda de Clicquot.
Sería muy fácil para mí decir que La Viuda de Clicquot que se trata de una historia sobre una mujer que lucha contra la adversidad en medio de un mundo de hombres que por una u otra razón no la dejan hacer lo que ella quiere, como muchas otras obras contemporáneas nos tratan de vender la imagen de la mujer luchona que no necesitó de ningún hombre blanco para llegar al éxito. Pero no, La Viuda de Clicquot es diferente, ya que es la historia de una mujer que existió y que a pesar de tener al mundo en su contra, supo mantenerse firme y afrontar las consecuencias de sus actos.
Si tienes tantito interés en saber cómo era la campiña francesa de hace 200 años, en cómo se creó uno de los imperios más importantes de champán, o simplemente una buena historia de superación, te recomiendo mucho la película. Aún con sus detalles, es algo que disfrutarás mucho y te hará sentir emocionado con sus vueltas de tuerca y sus resultados.
La Viuda de Clicquot se estrena este 29 de agosto en salas de arte en cines mexicanos.
Zacek